Por Karla Icaza, Vicepresidenta Ejecutiva Gobierno Corporativo de Grupo Promerica.
Esta semana que pasó nuestro hijo Sebastián contrajo matrimonio con el amor de su vida, Jacke. Sebastián se mudó a México en febrero del 2016, unos meses después de haber pasado la experiencia mía con el cáncer de seno. Fue muy duro para todos y como es de esperarse cada uno lo manejo de distintas maneras. Mientras yo estaba en quimio terapia en los Estados Unidos, Sebastián estaba en Nicaragua tratando de navegar las circunstancias. Cuando yo iba por la mitad del tratamiento, se enfermó y estuvo hospitalizado unos días. Mi hermana y mi cuñado nos apoyaron cuidándolo porque el Chele (mi esposo) llegó a acompañarme en ese momento. Le hicieron todo tipo de exámenes, hasta pensaron que era meningitis porque el dolor de cabeza no cesaba con nada. Recuerdo que esa situación a mí me derrumbó a tal punto que una noche le dije al Señor: yo aguanto cualquier cosa, pero por favor sana a Sebastián.
Karla Icaza, Vicepresidenta Ejecutiva de Gobierno Corporativo de Grupo Promerica.
Al cabo de unos días salió del hospital y se recuperó, pero los siguientes meses fueron duros para él, tratando de lidiar con las cosas que estaban pasando. Regresé a Nicaragua en septiembre a recuperarme del tratamiento y poco a poco a reintegrarme a mi vida. En enero, una noche después de cenar mi esposo y yo conversamos con Sebastián porque estaba muy desanimado y de la nada le pregunté si le gustaría irse unos meses a México donde mi cuñado y su familia y nos dijo que sí. Esta decisión no fue diferente a otras que estamos acostumbrados a tomar, como dice mi suegra, ¡piense, actúe igual a éxito! Se fue el mes siguiente y desde que llegó se involucró con los jóvenes de la iglesia. Nos hablábamos regularmente e íbamos viendo como Dios lo estaba levantando, sanando, animando. Un día nos contó que había una chica, Jackeline (Jacke) que le gustaba mucho. Estaban en el mismo grupo con otros jóvenes; desarrollaron una linda amistad, pero parecía que para Jacke, Sebastián solo era un amigo. Cinco años después, algo pasó y Jacke lo vio con otros ojos y tres años después se casaron.
La boda fue sencilla, pero para ellos lo más importante era la ceremonia, el acto de entregarle su matrimonio a Dios. Mi esposo y yo lo llevamos al altar, esto no se acostumbra, pero yo le dije que para mí era muy importante hacerlo; lo sentí como un acto profético delante de Dios, de Jacke y de todos los que nos acompañaron. Sebastián canta y toca el piano y la ceremonia quiso iniciarla con una alabanza a Dios. No puedo explicar con palabras lo que sentimos; una presencia de Dios impresionante. Como parte de la ceremonia, Sebastián y Jacke pidieron a sus papás decir unas palabras. Estuve un par de días tratando de escribir algo digno de la mamá del novio; palabras llenas de amor…pero mi naturaleza práctica me traicionó y por más que hice el esfuerzo, terminé escribiendo unos “bullets”, con lo que el Señor puso en mi corazón decirles. Aquí se los comparto:
Que nuestro Señor Jesús sea el centro de su matrimonio
Perdonen 70 veces 7
Nunca se duerman enojados
Aprendan a callar cuando no es el momento de hablar. A veces escribir es mejor para evitar ofensas
Pídanle sabiduría a Dios para que sean buenos administradores de lo que Él les confíe-Una sola carne, una sola billetera. Que las finanzas no sean tema de discordia.
Sean agradecidos por lo bueno y NO tan bueno
Aprovechen las dificultades para aumentar su fe y fortalecer su carácter
Alaben a Dios en todo momento
Que Su Presencia sea su mayor anhelo
Manténganse llenos del Espíritu Santo; sean luces en medio de tinieblas; permanezcan firmes hasta que llegue el Día.
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